miércoles, 17 de febrero de 2010

Capitulo 2

Preciosa.

POV Austin

¡Mierda! Llegaba tarde al avión por un dichoso atasco cerca del Central Park, y para colmo, hice el ridículo entrando como una moto a punto de estrellarse delante de...¿un montón de adolescentes?

Sería un viaje de estudios, de vez en cuando me encontraba con algunos de estos grupos, y por experiencia sabía que era mucho mejor sentarse junto a un chico de tu edad que con un viejo que te hecha las babillas cuando se duerme o un tipo con traje que no pare de juguetear con su PDA y rellene millones de papeles mascullando lo enfadado que está como si el mundo no lo notase a primera vista.

La azafata me llevó por el largo pasillo entre asientos, pude notar que eran muchas las miradas que captaba, entre ellas la de una chica gótica, bueno, esa miraba fascinada mis cascos plateados, como si fuesen un objeto mágico, o la de una chica morena que se sentaba al lado de una chica que por el parecido debía ser la hermana de la primera.

-Es aquí-me indico la azafata extendiéndome mi billete como una caja registradora, lo cogí y le contesté:

-Gracias.

-No hay de que-me sonrió comercialmente antes de dar media vuelta y marcharse.

-¡Hola!-saludo una voz infantil a través de los labios de unos chico de unos diez años.-¿Que hay?

Le sonreí.

-Bien , gracias chaval.¿El asiento A?-pregunté para asegurarme.

-Es este-dijo señalando uno a su vera.

Me fijé en la chica que llevaba al lado, estaba de espaldas, y se volvió lentamente hacía a mi. Sus grandes ojos marrones se clavaron en los míos, con expresión asustada alzo una ceja como si se confirmara algo que temía. Acto seguido miró hacia atrás. La chica morena que me miraba antes la fulmino con la mirada, ella suspiro e introdujo sus finas manos en una mochila azul de Nike. Saco una baraja de cartas, se puso el cinturón y bajo la mesilla auxiliar. El chico la imito y encima de la mesilla puso un gran libro que tenía en el regazo.

Me senté mientras la azafata terminaba de explicar las reglas de vuelo que yo recientemente había interrumpido.

Mientras el avión iba hacía la pista de despegue, el chaval barajaba tranquila y dócilmente las cartas, la chica respiraba entrecortadamente y miraba con nerviosismo la ventana mientras se agarraba fuertemente al asiento con sus manos.

-¿Estas bien?-inquirí un tanto preocupado por aquella desconocida.

-Eso creo...-me susurró débilmente, pero cambio de idea cuando se encendieron los indicadores de despegue-...No la verdad es que no estoy bien, le tengo pánico a volar.-musito aún más débilmente con una asustada pero sincera sonrisa-Me llamo Jaquelline, siento no haberme presentado antes-añadió.

-No pasa nada-respondí con una tranquilizadora sonrisa-Soy Austin, encantado.

-Igualmente.

-Pues yo me llamo Mike.-se presentó el chico.

-Barajas bien las cartas Mike-observé.

-Gracias-respondió, haciendo, como por arte de magia, que las cartas pasasen sin demora alguna entre sus pequeñas manos.

-Señores pasajeros, en breves segundos despegaremos, por favor, abrochensen los cinturones y mantengas sus mesillas auxiliares cerradas. ¡Gracias!

Mike apretó las cartas y cerró ambas mesillas.

Jaquelline cerró fuertemente los ojos cuando el avión tomó velocidad.Y con un golpe seco, rompimos la ley de la gravedad y el avión despegó.

Jaquelline abrió los ojos lentamente y miró la ventana con nostalgia, se despedía de todo aquello.

Minutos fueron los que todo el avión guardo silencio, que fue roto por el nuevo mensaje de las azafatas.

-Señores y señoras pasajeros, ya pueden quitarse los cinturones.

-Hey,¿estas bien preciosa?-insistí al ver que echaba la cabeza hacia atrás y suspiraba con fuerza.

Pude notar como se sonrojaba débilmente, lo que me hizo sonreir.

-Si, creo que si ,gracias-murmuró con una bonita sonrisa.

-Un buen piropo cura los peores miedos, o, en tu caso terror absoluto.

Su musical risa inundo mis oídos.

-¿Juegas a las cartas?-preguntó tímidamente.

-Por supuesto Jaquelline.

Sonrió.

-Por cierto, llámame Jackie.

-Como quieras preciosa-suspiré burlonamente. Ella me sacó la lengua infantilmente, mientras Mike repartía las cartas, el juego, daba comienzo.

(*******)

¡Cinco horas! Cinco largas horas nos habíamos pasado jugando a las cartas. Poquer, cinquillo,escoba... Se nos acabaron los juegos, la verdad es que pocas veces me he reído tanto. Mike ganaba todas las paridas sin dificultad alguna mientras Jackie y yo nos desesperábamos, incluso llegamos a jugar en pareja, dos contra uno, y aún así perdimos.

Justo cuando Jaquelline guardo la baraja en la mochila, una chica gothic-punk se acercó a nosotros.

-¿Que tal Jackie?-pregunto con una voz increíblemente dulce para aquel envoltorio negro.

-Bien-susurró ¿es que esta chica solo habla en voz baja?-estos son Mike y Austin-nos señaló respectivamente al pronunciar aquellas palabras.

-Un placer, soy Elisabeth, pero suena demasiado rosa, asi que llámame Ellie, va más conmigo.-se presentó en una resumida definición de "soy como soy y punto".-Por cierto bonitos cascos ¿de dónde son?

-De Tweenga, y los tuyos son de Skull Candy si no me equivoco-respondí observando sus cascos decorados made-in-home.

-No te equivocas, por cierto Jackie, me tienes que prestar tu IPod, he acabado con las canciones de mi MP5.

Metió sus manos en la mochila y tanteó dentro hasta que encontró lo que buscaba, sacó el IPod y se lo dió.

-¡Gracias! Me marchó, si quieres algo vienes, y sino ,nos vemos en catorce horas.

-No hay de que, nos vemos Ellie.

Le mandó un beso a su amiga y se marchó sin mirar atrás mientas conectaba el IPod a los cascos.

(*******)

Dos horas más tarde gran parte del aeroplano dormía, entre ellos Mike.

-¿Hacía donde vas?-pregunto Jaquelline, que se había quitado el cinturón y aparentaba cansancio, rompiendo el tranquilizador y somnoliento silencio del avión.

-Conseguí una beca de estudios para Washington durante un mes, después me fui una semana a la Gran Manzana para hacer tiempo...y bueno, el resto lo sabe el pasaje entero, cogí un atasco con el taxi que había cogido cerca del Central Park y llegué tarde al avión.¡Fin!-añadí al más puro estilo de el final de algunas películas de los sesenta.

La risa a través de sus labios fue ahogada por un gran bote que dio el avión, causando un gran ruido.

Los pasajeros se despertaron alarmados.

-¿Qué pasa?-inquirió Mike asustado.

-Señores pasajeros el avión esta atravesando una tormenta repentina, por favor, les pedimos que se pongan los cinturones y conserven la calma...

Se escuchó un gigantesco estruendo, gritos.... y todo se volvió negro.

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